Itamar era un niño de 9 años que le gustaba jugar con los animales. Sentía un gran amor por ellos y su salida preferida era ir al zoológico con su papá. Los conocía a todos menos al conejo. Se lo imaginaba como un monstruo lleno de dientes.
Un día en su recorrida habitual por el zoológico se encontró con un animalito que no conocía con el cual jugó a sus anchas. Ya cuando estaba por irse el animalito le preguntó su nombre y él le dijo que se llamaba Itamar. Que suerte, dijo, creí que eras un niño. Y cómo te imaginas a los niños le preguntó el padre. Como monstruos llenos de dientes, contestó este. Y cuando Itamar le preguntó cómo se llamaba, el animalito tímidamente le dijo Conejo a lo que Itamar se rio muy fuerte diciendo: Yo también te imaginaba como un monstruo lleno de dientes.
Versión libre del cuento Itamar de David Grossman
¿Has pensado cuántas cosas dejas de conocer por tener miedo a lo desconocido?
¿Cuántas cosas dejas de probar?
Y quizás como en el cuento, tu imaginación crece negativamente mientras te separa de algo que podría ser una oportunidad para ti.
En general tendemos a asustarnos frente a situaciones que nos resultan nuevas.
Y piensa: por qué frente a lo nuevo, en lugar de sentirnos atraídos sentimos miedo?
Por qué en lugar de generar adrenalina, generamos oxitocina?
Quizás porque todo depende de nuestra actitud frente a las cosas nuevas.
Quedarse en lo conocido por miedo a lo desconocido,
equivale a mantenerse con vida, pero no vivir.
Y este miedo, que se asocia con el instinto de supervivencia, y acompaña al hombre desde hace siglos, para advertirle sobre los peligros del mundo, considero que está pasado de moda.
Era lógico en épocas en que el hombre necesitaba defenderse, pero no en un momento como el actual donde todo cambia permanentemente. Donde la innovación está a la orden del día y son más las cosas nuevas que las conocidas.
Este miedo nos paraliza, no nos deja accionar y eso es justo lo que necesita este momento: Que accionemos y aprendamos después.
El momento que nos da más miedo
es siempre justo antes de empezar.
El miedo tiene la capacidad de inventarse sus propios peligros para seguir funcionando.
Pero realmente hay peligro en que conozcamos las cosas nuevas que el mundo nos presenta?
La mayor parte de los miedos que tenemos en nuestra sociedad son miedos neuróticos, es decir, miedos basados en construcciones mentales y no en amenazas reales. Miedos por lo que podría suceder, y no por lo que realmente está sucediendo.
Y es que la mayor parte de las personas tenemos un miedo injustificado a lo que no conocemos.
No se trata de perder el miedo, sino de hacer las cosas a pesar del mismo y considerarlo un compañero del camino.
Las cosas que más tememos,
ya nos han ocurrido en la vida.
Observa tu vida y piensa:
En cuántas áreas de la misma operas desde el miedo a lo desconocido?
En qué áreas te sientes paralizado?
Cuáles son las cosas que te asustan?
Cuántas decisiones no has tomado por miedo a lo desconocido?
Qué es lo peor que podría pasar?
Y qué pasó con la curiosidad que nos caracterizaba de niños?
A dónde fue a parar?
Acaso no fueron sólo cosas buenas que vinieron de ella?
Experimenta. “Haz cada día algo que te asuste”.
Recomendamos dejar de vivir tanto en el mundo del pensamiento y pasar al mundo de la acción, que es donde las cosas realmente ocurren.
Es la única forma que encontramos de adquirir nuevos conocimientos y habilidades.
Aquellos que le temen a la vida,
Ya están casi muertos