Un granjero tenía un burro algo viejo que se cayó en un pozo. Intentó rescatarlo con una soga pero tras varias horas de esfuerzos decidió que era tan viejo que no merecía la pena salvarle. Para que no sufriera demasiado avisó a su familia y amigos y le echaron arena a paladas.
Al principio el burro chillaba y protestaba, al cabo de un rato dejó de hacerlo. Se ha rendido pensó el granjero. Al cabo de un rato descubrieron que con cada palada el burro se sacudía la tierra y la aplastaba en el suelo.
Así, poco a poco, el animal fue alcanzando la boca del pozo y pudo salir.
Me encantó este cuento porque me sirve exactamente para mostrar mi mirada de los resultados que podemos obtener cuando nos rendimos.
Yo se que todos los coaches trabajamos muy duro con nuestros clientes para que no se rindan jamás, pero quizás a partir de algunas personas con las que me tocó trabajar el último tiempo me di cuenta que también hay que aprender a rendirse para que el Universo te pueda ayudar.
Si el campesino no se hubiera rendido no le hubieran tirado la tierra y fue justamente esto lo que le permitió salvar al burro.
Hay una gran diferencia entre rendirse y saber cuando ya es SUFICIENTE.
Hay problemas que no dependen de nosotros. Hemos trabajado años en ellos sin poder solucionarlos. Hasta cuándo debemos seguir intentándolo?
Hasta cuándo seguiré siendo víctima de mi problema?
Cuándo decidiré liberarme de él?
Cuándo entenderé que la concepción de eso como problema solo vive en mi interpretación?
Acaso puedo ver el mundo de realidades que viven para mi, más allá de ese problema?
El mundo sólo podrá vernos
de la misma manera
que nosotros nos vemos
a nosotros mismos.
Cuáles son mis alternativas cuando probé todas las alternativas que tenía?:
Aprender a vivir con el problema.
Reconocer que esta vez me tocó perder y el problema me ganó.
Reconocer que quizás no tenga solución y que no hay nada mas que yo pueda hacer.
Reconocer que nunca tuve el control sobre eso y menos ahora que no se que hacer.
Reconocer que el problema no depende de mi y que lo rigen leyes que desconozco.
Reconocer que la solución no está disponible para mi, al menos en esta vida.
Darte cuenta que lo único que puede liberarte de él en este momento es RENDIRTE.
El corolario de rendirse
a los sentimientos negativos
es dejar de resistirme a los positivos.
Quizás no puedas estar a cargo de solucionarlo pero si de cómo te vas a sentir.
Rendirse o resignarse?
Fluir o ser víctima?
Deseo o capricho?
Esperanza u obsesión?
Rendirse puede ser una solución no intentada que depende de nosotros.
Puedo sobrevivir
a que no se cumplan todos mis deseos.
Hoy sé que hay vida mas allá de ellos.
Dejar ir implica ser conscientes del sentimiento negativo, dejar que surja, quedarse con él y dejar que siga su curso sin querer cambiarlo o hacer nada para que desaparezca.
Está ahí, nos pertenece y aunque no nos gusta decidimos y elegimos dejar de luchar con él. Quizás nos acompañe el resto de nuestra vida. Necesitamos aprender a llevarnos bien.
Basta de resistirnos, de temerle o condenarnos. Basta de juzgarlo, es sólo un sentimiento.
El deseo significa literalmente:
ME FALTA, NO TENGO.El deseo es lo que me separa del sueño.
Y al decirle al Universo
que hay algo que no tengo,
que hay algo que me falta.
Le hablo de una carencia
que crea mas carencia.
El aprendizaje es por esta vez no hacer nada. Entregárselo a la suerte, al destino y a Dios.
Saber que quizás ellos puedan hacer algo que nosotros no podemos.
Reconocer y agradecer el resto de las cosas buenas que tenemos.
Cómo saber cuándo seguir intentando y cuando rendirse?
Estoy segura que tú lo sabrás.
Gracias a Susana y Mario
que después de intentarlo todo,
llegaron al Coaching para aprender a rendirse.
Y fue ahí
cuando Dios pudo hacer un milagro.
Ese milagro se llama MICAELA