A principios del siglo IXX un joven en Londres aspiraba a ser escritor. Pero todo parecía estar en su contra. Solo pudo ir a la escuela cuatro años. Su padre había sido encerrado en la cárcel por no poder pagar sus deudas, y este joven con frecuencia se sentía desalentado.
Finalmente consiguió un trabajo pegando etiquetas en las botellas de un deposito infectado de ratas.Tenia tan poca confianza en su capacidad para escribir que cuando lo hacía lo escondía. Luego de un tiempo envió por correo su primer manuscrito escrito en la oscuridad de la noche de modo que nadie pudiera reírse de él. Cuento tras cuento fueron rechazados. Finalmente llegó el gran día en que uno de ellos fue aceptado.
Es verdad que no le pagaron por él, pero un editor lo había elogiado. Un editor le había brindado su reconocimiento. Estaba tan emocionado que caminó sin rumbo por la ciudad con lágrimas cayéndole por las mejillas.
El elogio y el reconocimiento que había recibido al lograr que se imprimiera uno de sus cuentos le cambiaron la vida. Si no hubiera sido por aquel aliento, podría haberse perdido un gran valor.
Tal vez conozcas el nombre de aquel joven.Se llamaba Charles Dickens.
La gente trabaja por dinero, pero dará siempre un paso mas si obtiene reconocimiento.
¿Cuántos elogios escuchaste hoy y cuántas críticas?
¿A qué estamos mas acostumbrados?
¿Qué nos resulta mas fácil?
¿Cuándo dejamos de hacer importante el elogio y el reconocimiento?
¿En qué momento de nuestras vidas dejamos de hacerlo importante?
¿Cuando empezamos a correr y nos quedamos sin tiempo?
¿Cuando nos encerramos en nosotros mismos y dejamos de hacer importante al otro?
¿Cuando sentimos que no era tan importante?
Sé suficiente sabio
para no quedarte solo con los errores.
Y suficientemente humilde
para apreciar y permanecer en la grandeza.
Cuando pienso en los temas que escucho hoy en mi trabajo en las organizaciones creo que este es uno de los mas importantes.
Es como una queja generalizada de los empleados.
Y desde mi mirada las quejas traen un aprendizaje si podemos escucharlas.
La queja habla de lo que el otro considera que le falta.
Y hoy siento que falta reconocimiento y elogios.
Ellos dicen respecto de sus superiores:
Siempre escucho críticas a mi trabajo y cuando las cosas están bien solo escucho silencios.
A los verdugos se les reconoce siempre.
Tienen cara de miedo.
Jean-Paul Sartre
¿Dónde vive el elogio?
Desde una mirada ontológica postulo que el elogio vive en la conversación interna que tengo respecto del otro y de cómo considero lo que hizo.
Pero también vive en la conversación interna que tengo que hace importante la comunicación de este sentimiento.
Como ves necesitamos de unos segundos para salir de nuestro ombligo y pensar en el otro.
¿Cuántas veces al día nos permitimos esos segundos?
¿En qué área de nuestra vida nos resulta más fácil elogiar a los que tenemos a nuestro alrededor?
¿En qué horario del día lo tenemos mas disponible?
¿Cuáles son las personas que nos lo disparan mas frecuentemente?
¿Qué tiene que estar pasando para que de nuestra boca se descuelgue un elogio?
El necio habla porque cree
que tiene que decir lo que piensa;
el sabio elige lo que va a decir.
¿Para qué elogiar?
Para reconocer.
Para valorar.
Para motivar.
Para inspirar.
Para ayudar a construir su autoestima.
Para sentir que estamos haciendo algo por otro cuando en realidad lo estamos haciendo también por nosotros mismos.
Para entrar en una conversación positiva que nos ponga de buen ánimo.
Para sonreír….
Hiciste un buen trabajo
Gracias por estar cuando te necesito
Valoro tu apoyo
Que rica comida que hiciste
Hoy te ves especialmente bien
Qué bien que te queda ese peinado
Que bueno llegar a casa y encontrar este hermoso clima de paz
Admiro tu efectividad
Cuando cuento contigo no me equivoco
Que feliz me siento cada vez que me doy cuenta que no estoy sola
Qué buena idea!!
Cuento con tu diligencia
Te reconozco por tu concentración en el trabajo.
Gracias por hacer importante mi punto de vista.