Marcos se culpaba por no haber sido socialmente activo y en la soledad de sus momentos había llegado a odiar al mundo, había deseado intensamente poder destruirlo y construirlo a su antojo. Estaba confundido entre lo que veía y lo que sentía. Pero estaba convencido que si Estela le decía que si todo cambiará
Esa mañana, Estela pasó frente a su ventana. Y gritó su nombre con una fuerza que nunca existió en él. Pero Estela no se detuvo. Se dio cuenta que debía dar el primer paso para conquistarla, entonces salió de la casa. Corrió hacia ella. Estela lo distinguió en seguida y lo recibió con cara de asombro inocente y con una sonrisa sin igual. Y todo sucedió tan rápido, se saludaron, se tomaron de la mano, caminaron por la calle, se olvidaron de lo que les rodeaba, compartieron historias, sentimientos, risas y juegos. Al llegar la tarde se despidieron con el fin de volver a verse en el parque central, al día siguiente.
Se obligaba a creer lo que pensaba, y pensaba en un millón de cosas, y en todas estaba Estela. Siempre hermosa, sonriente, complaciente, siempre salían tomados de la mano, caminando por el parque. Saltaban, reían, jugaban, se divertían. El tiempo no pasaba.
Ya Marcos no odiaba a nadie, ni quería cambiar ese mundo que tantas veces había deseado destruir. Ahora la vida le sonreía.
Despertó temprano, se cambió entusiasmado. Había decidido ser otra persona. Pero cuando salió de la casa no logró distinguir nada de lo que había visto el día anterior. Comprendió que todo fue obra de su imaginación, que nunca vio a Estela, que nunca salió de su casa, ni visitó el parque central.
Desde una mirada ontológica las obsesiones viven en la conversación interna que las sostienen
Podemos obsesionarnos con: Substancias, personas, conductas, errores, pensamientos, situaciones, etc.
No me refiero a desordenes de conducta que tienen que ver con patologías sino simplemente a las obsesiones que podemos tener diariamente en nuestra vida cotidiana.
Muchas veces nos damos cuenta que estamos obsesionados y otras este sentimiento es transparente para nosotros y lo vivimos en forma natural.
El problema no es vivir con fantasías, lo cual puede lindar con la creatividad. El problema es cuando vivís esos momentos como si fueran reales sin darte cuenta la diferencia y el alto precio que pagas por ellos.
Por lo que veo los pensamientos obsesivos interfieren en nuestra vida diaria. Es como que te dejan estancados y no te permiten avanzar. Funcionan como un disco rayado que repite y repite la misma nota.
Las ilusiones pueden ser peligrosas,
porque no tienen defectos.
¿Qué podemos hacer cuando nos damos cuenta?
¿Puedes reconocer que la obsesión vive en tus pensamientos y que los mismos no son verdaderos sino que tienen que ver con tu punto de vista?
¿Puedes darte cuenta que la mirada puede ser cambiada por ti mismo poniéndote a cargo de lo que vas a pensar?
¿Puedes identificar cual es el pensamiento que la sostiene y cu?l es el miedo que hay detr?s?
¿Exageras?? Generalizas? ¿Piensas en blanco o negro? ¿Sacas conclusiones apresuradas?
¿Podrías darte permiso para rumiar en esos pensamientos quince minutos por día en un horario fijo pero no dejar que te ocupe todo el día? Pensar? en esto a las 8 de la noche ?Podrías escribir un diario de lo que te pasa cada día durante esos quince minutos y releer lo escrito con humor?
Tus pensamientos son los arquitectos de tu destino.
David O. McKay
Algo que también podría ayudarte sería estirar una banda elástica puesta en tu muñeca como una acción que te diga que ya es tiempo de parar de pensar en eso o simplemente imagina el símbolo del STOP en tu cabeza para cambiar de tema.
¿Cuál es la lección que tienes que aprender de esta situación?
¿Podrías perdonarte o perdonar tan solo para liberarte y dejar ir al pensamiento obsesivo?
¿Puedes imaginar que es lo peor que puede pasar dentro de ese pensamiento?
¿Podrías postergar la resolución de ese tema para otro momento. ¿Como cuando dejas el teléfono en espera?
¿Qué salvoconductos podrías encontrar? Quizás conversar con un amigo que te ayude a salir de esos pensamientos que te paralizan.
No encuentres problemas.
Encuentra soluciones.
Quejarse es algo que cualquiera sabe hacer.
Henry Ford
Lo que creo que es claro es que necesitamos interrumpir esos pensamientos ya, interrumpiendo la conversación de alguna manera, enfocándonos en el presente, en nuestros objetivos y en lo positivo de la vida, rindiéndonos mientras lo entregamos al Universo.
Si una situación no tiene solución, ¿para qué obsesionarse?
y sí tiene solución, ¿para qué obsesionarse?